Estimados: aunque resulta muy desgastante escribir y leer notas como ésta, las circunstancias obligan periódicamente a hacerlas. Lo que sigue fue ingresado en el día de ayer en Mesa de entradas de la Municipalidad de Córdoba. Ana Clarisa Agüero
Córdoba, 30 de octubre de 2007
Al Sr. Intendente Luis JuezA la Secretaria de Cultura, Educación y Derechos Humanos Susana MazarellaA la Sub-Secretaria de Educación Susana FrossiAl Director de Cultura Luis Gregoratti-MUNICIPALIDAD DE CÓRDOBA-
A finales de la semana próxima pasada se hicieron públicos los resultados de la VI edición del Premio Municipalidad de Córdoba de Historia, Dr. Santiago del Castillo, certamen en el cual participé y me fuera adjudicada una de las dos menciones efectuadas sin orden. Como se sabe, se trata de un reconocimiento suplementario a los tres premios que el Reglamento estipula, premios consistentes en la publicación, distinción y una suma de $ 2000, $ 1500 y $ 1000, respectivamente. En términos generales, merece apuntarse que la propia convocatoria se había iniciado con ciertos inconvenientes que obligaron a desplazar la fecha de cierre del 31 de julio al 28 de setiembre. Pero ese leve desliz, ciertamente, pierde toda relevancia frente a los resultados del certamen y, aun más todavía, frente al acta en que estos se plasmaron, los cuales resultan escandalosos no por los nombres propios que contienen, sino por la pública estrechez de los vínculos entre esos nombres y los de los tres miembros del jurado evaluador. Dada esa circunstancia, que puntualizo a continuación, y dado que ella habilita dudas muy legítimas por parte de cualquier postulante pero también de cualquier ciudadano, solicito a ustedes -representantes de una gestión que dice ser sensible a circunstancias de este tipo-, en ese doble carácter de postulante y ciudadana, el examen del conjunto del expediente y la instrumentación de la medidas pertinentes. Según se desprende del acta, el jurado estuvo integrado por la Licenciada Ana Inés Ferreyra (en representación de la Junta Provincial de Historia), la Doctora Ana María Martínez de Sánchez y el Doctor Adrián Carbonetti (estos últimos en representación de la Secretaría de Cultura, Educación y Derechos Humanos -remito al Acta, pero el Reglamento habla de Subsecretaría). No cuestionaré aquí en ningún punto la composición del tribunal en sí misma, aunque puede señalarse que ésta no fue explicitada en la convocatoria. De haberla conocido, y dados malestares institucionales previos con dos de sus integrantes, probablemente hubiera optado por no presentarme. Pero ése ciertamente no es el punto aquí; lo es, en todo caso, cierta estructura subyacente al resultado, que no creo me desfavorezca a mí más que a cualquiera de los postulantes efectivos o potenciales. Según consta en el acta, los premios se distribuyeron de la siguiente manera: el 1º correspondió a Karina Clissa, el 2º a Carolina Prosdócimo y Victoria Cánovas y el 3º a María Laura Rodríguez, postulantes que tienen un elemento en común: todas son dirigidas de algún miembro del tribunal; más precisamente, cada miembro del jurado resultó tener una/s dirigida/s premiada/s. Puesto que en general se trata de tesistas y/o becarias muy constantes en el acompañamiento de sus directores, los espacios de convivencia son múltiples; señalo sólo los de más sencilla constatación. Así, por ejemplo, Karina Clissa es miembro del equipo que dirige la Dra. Ana María Martínez de Sánchez en el Centro de Estudios Avanzados, así como becaria doctoral de Conicet dirigida por la misma Dra., y Adscripta a la Cátedra que la dicha Dra. dicta en la Escuela de Archivología. En lo que hace a Carolina Prosdócimo y Victoria Cánovas son integrantes del equipo, financiado por un PIP de Conicet, dirigido por la Lic. Ana Inés Ferreyra en el Centro de Estudios Históricos Carlos Segreti, e integrantes de la Cátedra de Historia Agraria de la escuela de Historia de la UNC, a cargo de la propia Lic. Ferreyra; Victoria Cánovas, además, ésta inscripta como Becaria doctoral de Conicet bajo la Dirección de la misma Lic. Ferreyra. Respecto de María Laura Rodríguez, es uno de los tres miembros del programa de estudios sobre salud y enfermedad coordinado por el Dr. Adrián Carbonetti en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC, fue dirigida por éste en su tesis de licenciatura en Historia recientemente rendida -precisamente sobre las cuestiones que, conforme su título, aborda en el trabajo premiado-, pertenece a la cátedra conducida por el Dr. Carbonetti en la Escuela de Historia y es actual becaria Conicet, desconozco -en su página no consta- si también dirigida por el Dr. Carbonetti en esa instancia. Las vinculaciones genéricas, a más de ser de conocimiento público en una comunidad pequeña como la de los historiadores, pueden mayormente constatarse en las páginas institucionales que tienen en la red CONICET, el Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la UNC y el Centro de Estudios Históricos (CEH), o ratificarse en las reparticiones universitarias respectivas. Como se advierte, ante un resultado tal lo que se vuelve insostenible es la creencia en el propio evento; no existe manera de saber el verdadero merecimiento de los trabajos porque, simplemente, el vicio lo domina todo. Lo mínimo que puede esperarse en una instancia convocada por un ente público es que todo jurado que sabe estar evaluando a sus dirigidos (porque, contra ese saber derivado de la dirección, el seudónimo no protege de nada) se aparte; y si ese freno no está en los peritos debiera estar, sería deseable, en las autoridades del municipio. Como no hubo freno, al menos no parece haberlo habido en las filas de los expertos, el certamen en su conjunto dio lugar a un acta que, a la luz de lo expuesto, contiene pasajes que serían meramente viles si no fuesen también grotescos:
“La Dra. Ana María Martínez de Sánchez y la Lic. Ana Inés Ferreyra, coinciden en otorgar el Primer Premio al seudónimo Clío [Karina Clissa, dirigida de la primera], cuyo título del trabajo [sic] es ‘El orden moral y jurídico en torno a las transgresiones sexuales. Córdoba del Tucumán (1750-1797)’. Mientras que el Dr. Adrián Carbonetti, considera que tal distinción corresponde al seudónimo SusiSusi [María Laura Rodríguez, su propia discípula], cuyo título del trabajo es ‘La medicalización de la ciudad de Córdoba en tiempos epidémicos: concepciones, saberes e intervenciones, 1878-1923’. Para Segundo Premio, los tres integrantes del jurado coinciden en otorgárselo al seudónimo Alcaldes [Cánovas-Prosdócimo, dirigidas de Ferreyra], cuyo título del trabajo es ‘La ciudad de Córdoba entre lo espiritual y lo material: la institución de Capellanías, 1750-1880’. En cuanto al Tercer Premio, la Dra. Ana María Martínez de Sánchez, considera que le corresponde tal mérito al que al Dr. Carbonetti considera en Primer Lugar [se refiere al trabajo que éste habría dirigido y postulado al Primer Premio].”
Hubo, como puede advertirse, un desacuerdo planteado entre los doctores Martínez de Sánchez y Carbonetti, quienes agregaron algo más a favor de sus respectivos postulados como merecedores del Primer Premio (equivalente, recuerdo, a publicación, distinción y $ 2000 lo cual, bien visto, hace una diferencia de $1000 respecto del Tercero):
“Producida la fundamentación de ambas posturas, la Dra. Ana María Martínez de Sánchez, considera que el trabajo con el seudónimo SusiSusi [de M. L. Rodríguez] adolece de problemas formas [sic] de tipo metodológico, a lo cual el Dr. A. Carbonetti, refuta en que [sic] el trabajo bajo el seudónimo de Clío [de Karina Clissa, dirigida de la dicha Dra. Martínez], posee falencias similares [los subrayados son míos].”
No hay mucho más que decir de este penoso altercado que sólo extrema la evidencia del mecanismo general; los jurados evaluaron a sus propios dirigidos, evaluaron también otros trabajos que desconocían parcial o totalmente y, como resultado, encontraron que los mejores trabajos eran, precisamente, los de quienes ellos dirigían o los que ellos mismos habían dirigido. Contra esto el anonimato no alcanza. Nadie tiene por qué ser evaluado en estas condiciones, ni serlo por quienes están dispuestos a evaluar en estas condiciones. Lo que ha pasado es grave, y toda duda es legítima. Por mi parte, a más de no aceptar la mención que me ha sido otorgada, espero una respuesta institucional a lo ocurrido. Y esa respuesta debiera satisfacer el doble carácter en que la presentación es formulada puesto que, ante este estado de las cosas, todos somos perjudicados.
Sin que ello obste a su difusión pública, solicito PRONTO DESPACHO a la presente
Córdoba, 30 de octubre de 2007
Al Sr. Intendente Luis JuezA la Secretaria de Cultura, Educación y Derechos Humanos Susana MazarellaA la Sub-Secretaria de Educación Susana FrossiAl Director de Cultura Luis Gregoratti-MUNICIPALIDAD DE CÓRDOBA-
A finales de la semana próxima pasada se hicieron públicos los resultados de la VI edición del Premio Municipalidad de Córdoba de Historia, Dr. Santiago del Castillo, certamen en el cual participé y me fuera adjudicada una de las dos menciones efectuadas sin orden. Como se sabe, se trata de un reconocimiento suplementario a los tres premios que el Reglamento estipula, premios consistentes en la publicación, distinción y una suma de $ 2000, $ 1500 y $ 1000, respectivamente. En términos generales, merece apuntarse que la propia convocatoria se había iniciado con ciertos inconvenientes que obligaron a desplazar la fecha de cierre del 31 de julio al 28 de setiembre. Pero ese leve desliz, ciertamente, pierde toda relevancia frente a los resultados del certamen y, aun más todavía, frente al acta en que estos se plasmaron, los cuales resultan escandalosos no por los nombres propios que contienen, sino por la pública estrechez de los vínculos entre esos nombres y los de los tres miembros del jurado evaluador. Dada esa circunstancia, que puntualizo a continuación, y dado que ella habilita dudas muy legítimas por parte de cualquier postulante pero también de cualquier ciudadano, solicito a ustedes -representantes de una gestión que dice ser sensible a circunstancias de este tipo-, en ese doble carácter de postulante y ciudadana, el examen del conjunto del expediente y la instrumentación de la medidas pertinentes. Según se desprende del acta, el jurado estuvo integrado por la Licenciada Ana Inés Ferreyra (en representación de la Junta Provincial de Historia), la Doctora Ana María Martínez de Sánchez y el Doctor Adrián Carbonetti (estos últimos en representación de la Secretaría de Cultura, Educación y Derechos Humanos -remito al Acta, pero el Reglamento habla de Subsecretaría). No cuestionaré aquí en ningún punto la composición del tribunal en sí misma, aunque puede señalarse que ésta no fue explicitada en la convocatoria. De haberla conocido, y dados malestares institucionales previos con dos de sus integrantes, probablemente hubiera optado por no presentarme. Pero ése ciertamente no es el punto aquí; lo es, en todo caso, cierta estructura subyacente al resultado, que no creo me desfavorezca a mí más que a cualquiera de los postulantes efectivos o potenciales. Según consta en el acta, los premios se distribuyeron de la siguiente manera: el 1º correspondió a Karina Clissa, el 2º a Carolina Prosdócimo y Victoria Cánovas y el 3º a María Laura Rodríguez, postulantes que tienen un elemento en común: todas son dirigidas de algún miembro del tribunal; más precisamente, cada miembro del jurado resultó tener una/s dirigida/s premiada/s. Puesto que en general se trata de tesistas y/o becarias muy constantes en el acompañamiento de sus directores, los espacios de convivencia son múltiples; señalo sólo los de más sencilla constatación. Así, por ejemplo, Karina Clissa es miembro del equipo que dirige la Dra. Ana María Martínez de Sánchez en el Centro de Estudios Avanzados, así como becaria doctoral de Conicet dirigida por la misma Dra., y Adscripta a la Cátedra que la dicha Dra. dicta en la Escuela de Archivología. En lo que hace a Carolina Prosdócimo y Victoria Cánovas son integrantes del equipo, financiado por un PIP de Conicet, dirigido por la Lic. Ana Inés Ferreyra en el Centro de Estudios Históricos Carlos Segreti, e integrantes de la Cátedra de Historia Agraria de la escuela de Historia de la UNC, a cargo de la propia Lic. Ferreyra; Victoria Cánovas, además, ésta inscripta como Becaria doctoral de Conicet bajo la Dirección de la misma Lic. Ferreyra. Respecto de María Laura Rodríguez, es uno de los tres miembros del programa de estudios sobre salud y enfermedad coordinado por el Dr. Adrián Carbonetti en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC, fue dirigida por éste en su tesis de licenciatura en Historia recientemente rendida -precisamente sobre las cuestiones que, conforme su título, aborda en el trabajo premiado-, pertenece a la cátedra conducida por el Dr. Carbonetti en la Escuela de Historia y es actual becaria Conicet, desconozco -en su página no consta- si también dirigida por el Dr. Carbonetti en esa instancia. Las vinculaciones genéricas, a más de ser de conocimiento público en una comunidad pequeña como la de los historiadores, pueden mayormente constatarse en las páginas institucionales que tienen en la red CONICET, el Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la UNC y el Centro de Estudios Históricos (CEH), o ratificarse en las reparticiones universitarias respectivas. Como se advierte, ante un resultado tal lo que se vuelve insostenible es la creencia en el propio evento; no existe manera de saber el verdadero merecimiento de los trabajos porque, simplemente, el vicio lo domina todo. Lo mínimo que puede esperarse en una instancia convocada por un ente público es que todo jurado que sabe estar evaluando a sus dirigidos (porque, contra ese saber derivado de la dirección, el seudónimo no protege de nada) se aparte; y si ese freno no está en los peritos debiera estar, sería deseable, en las autoridades del municipio. Como no hubo freno, al menos no parece haberlo habido en las filas de los expertos, el certamen en su conjunto dio lugar a un acta que, a la luz de lo expuesto, contiene pasajes que serían meramente viles si no fuesen también grotescos:
“La Dra. Ana María Martínez de Sánchez y la Lic. Ana Inés Ferreyra, coinciden en otorgar el Primer Premio al seudónimo Clío [Karina Clissa, dirigida de la primera], cuyo título del trabajo [sic] es ‘El orden moral y jurídico en torno a las transgresiones sexuales. Córdoba del Tucumán (1750-1797)’. Mientras que el Dr. Adrián Carbonetti, considera que tal distinción corresponde al seudónimo SusiSusi [María Laura Rodríguez, su propia discípula], cuyo título del trabajo es ‘La medicalización de la ciudad de Córdoba en tiempos epidémicos: concepciones, saberes e intervenciones, 1878-1923’. Para Segundo Premio, los tres integrantes del jurado coinciden en otorgárselo al seudónimo Alcaldes [Cánovas-Prosdócimo, dirigidas de Ferreyra], cuyo título del trabajo es ‘La ciudad de Córdoba entre lo espiritual y lo material: la institución de Capellanías, 1750-1880’. En cuanto al Tercer Premio, la Dra. Ana María Martínez de Sánchez, considera que le corresponde tal mérito al que al Dr. Carbonetti considera en Primer Lugar [se refiere al trabajo que éste habría dirigido y postulado al Primer Premio].”
Hubo, como puede advertirse, un desacuerdo planteado entre los doctores Martínez de Sánchez y Carbonetti, quienes agregaron algo más a favor de sus respectivos postulados como merecedores del Primer Premio (equivalente, recuerdo, a publicación, distinción y $ 2000 lo cual, bien visto, hace una diferencia de $1000 respecto del Tercero):
“Producida la fundamentación de ambas posturas, la Dra. Ana María Martínez de Sánchez, considera que el trabajo con el seudónimo SusiSusi [de M. L. Rodríguez] adolece de problemas formas [sic] de tipo metodológico, a lo cual el Dr. A. Carbonetti, refuta en que [sic] el trabajo bajo el seudónimo de Clío [de Karina Clissa, dirigida de la dicha Dra. Martínez], posee falencias similares [los subrayados son míos].”
No hay mucho más que decir de este penoso altercado que sólo extrema la evidencia del mecanismo general; los jurados evaluaron a sus propios dirigidos, evaluaron también otros trabajos que desconocían parcial o totalmente y, como resultado, encontraron que los mejores trabajos eran, precisamente, los de quienes ellos dirigían o los que ellos mismos habían dirigido. Contra esto el anonimato no alcanza. Nadie tiene por qué ser evaluado en estas condiciones, ni serlo por quienes están dispuestos a evaluar en estas condiciones. Lo que ha pasado es grave, y toda duda es legítima. Por mi parte, a más de no aceptar la mención que me ha sido otorgada, espero una respuesta institucional a lo ocurrido. Y esa respuesta debiera satisfacer el doble carácter en que la presentación es formulada puesto que, ante este estado de las cosas, todos somos perjudicados.
Sin que ello obste a su difusión pública, solicito PRONTO DESPACHO a la presente
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